Duración: 8 compases 4/4.
Cambios: 3.
Dificultad: Nivel 2.
Anton Bruckner es uno de los más grandes compositores de sinfonías de todos los tiempos. Sus obras exhiben enormes proporciones y evocan la trascendencia de los dramas musicales de su admirado R W.
Análisis
La Novena es la última de sus sinfonías, y quedó incompleta a su muerte. El primer movimiento es una extensa forma de sonata con tres temas principales. El tercero de ellos despliega una melodía infinita sobre una armonía en la que cada extenso acorde suena como la tónica de su propia tonalidad.
En este sorprendente pasaje, las modulaciones en un paso se producen por terceras descendentes (Si-Sol-Mi, a continuación vendrá Do mayor). Dado que los tres acordes son menores, las relaciones tonales son a la fuerza lejanas: Sol menor es el homónimo de la submediante de Si, y Mi la submediante del homónimo de Sol. En resumidas cuentas, acordes de tónica con una sola nota en común.
Esas secciones de la sinfonía brucknerianas en las que pasamos de una tonalidad a otra como saltando de nube en nube. Un gran maestro al frente, por cierto.